Abandonar o Continuar: Cómo Tomar la Decisión Más Difícil en una Ultra
La noche puede ser uno de los mejores momentos del día para entrenar. Es un pensamiento universal entre quienes se enfrentan a horas y horas de terreno cambiante, desgaste físico y oscilaciones emocionales. No es señal de debilidad: es parte de la experiencia.
Faustino Carmona
11/25/20255 min read


🟦 Abandonar o Continuar: Cómo Tomar la Decisión Más Difícil en una Ultra
En toda carrera de ultradistancia llega un instante —o varios— en el que la mente lanza un mensaje claro: “¿Y si paro aquí?”. Es un pensamiento universal entre quienes se enfrentan a horas y horas de terreno cambiante, desgaste físico y oscilaciones emocionales. No es señal de debilidad: es parte de la experiencia.
Sin embargo, saber distinguir entre un mal momento gestionable y un riesgo real es una habilidad que todo corredor acaba desarrollando con kilómetros, errores y aprendizaje. En este artículo profundizamos en cuándo es necesario detenerse por seguridad y cuándo, con una buena estrategia, puedes recomponer el cuerpo y seguir avanzando.
🟥 CUÁNDO PARAR ES LA DECISIÓN CORRECTA
Hay situaciones en las que detener la carrera no es una derrota, sino un acto de responsabilidad y autocuidado. A continuación verás señales no negociables que indican que continuar puede acarrear una lesión grave o poner en jaque tu integridad.
🔻 1. Dolor agudo o repentino que cambia tu manera de moverte
No hablamos de la molestia típica acumulada tras horas de zancadas, sino de un dolor:
Localizado y reciente.
Que aparece de forma brusca.
Que obliga a modificar tu mecánica de carrera.
Si empiezas a cojear, si no puedes apoyar el pie como antes, o si algún movimiento se vuelve imposible sin quejarte, es una señal clara de que algo se ha dañado y puede empeorar. Seguir así puede transformar una molestia en una lesión que te saque semanas o meses del entrenamiento.
Otras señales añadidas:
Sensación de “clac” o “chasquido” previo al dolor.
Inflamación rápida en una articulación.
Dolor que no disminuye con cambios de ritmo o estiramientos suaves.
🔻 2. Síntomas de alerta neurológica o de seguridad
Estos signos no admiten debate, porque implican fallos en la coordinación o en la capacidad de mantenerte en pie:
Falta de estabilidad al caminar.
Visión que se desenfoca repentinamente o se duplica.
Mareos intensos o persistentes.
Respuestas lentas, dificultad para pensar o sensación de “niebla mental”.
En ultras largas, estos síntomas suelen estar vinculados a hipoglucemias severas, deshidratación profunda o problemas con la regulación térmica. Continuar aquí es peligroso: la seguridad siempre va primero.
Añadidos posibles:
Temblores incontrolados.
Incapacidad para mantener una conversación coherente.
Manos o labios entumecidos sin motivo térmico.
🔻 3. Problemas térmicos que no se corrigen con medidas básicas
La temperatura es un enemigo silencioso en carreras largas. Tanto el frío penetrante como el calor excesivo pueden sacarte del rendimiento sin avisar.
❄️ Cuando el frío se vuelve riesgo:
Escalofríos continuos aunque te muevas.
Pérdida de sensibilidad en manos o pies.
Dificultad para abrochar una cremallera o manejar bastones.
Si te abrigas, te mueves, ingieres calorías y no logras mejorar, estás al borde de una hipotermia funcional. Toca parar.
☀️ Cuando el calor te sobrepasa:
Ritmo cardiaco descontrolado.
Piel extremadamente caliente.
Sensación de desmayo.
Sudoración que desaparece.
El golpe de calor es serio. Si en 5–10 minutos no notas mejoría clara al refrescarte y bajar intensidad, lo responsable es retirarte.
Añadido: cambios bruscos de humor o irritabilidad inexplicable también pueden ser señales tempranas.
🔻 4. Lesiones evidentes o accidentes con impacto
Aunque funcione la adrenalina, algunos daños son incompatibles con continuar una ultra:
Torceduras importantes del tobillo con inflamación inmediata.
Cortes profundos o sangrado difícil de controlar.
Golpes en rodilla, cadera o costillas con dolor fuerte.
Sospecha de desgarro muscular.
No hay épica que compense empeorar una lesión así. Aceptar el abandono es, en estos casos, la mejor inversión en tu próxima carrera.
Añadido: si tras una caída te cuesta respirar o mover el torso, no arriesgues: puede haber contusión costal.
🟩 CUÁNDO SE PUEDE CONTINUAR (CON ESTRATEGIA Y CALMA)
No todo malestar implica fin de carrera. De hecho, muchas sensaciones desagradables forman parte natural de una ultra y pueden mejorar si las abordas de forma correcta.
🟢 1. Cansancio muscular normal, especialmente en bajadas
Los cuádriceps suelen ser los primeros en protestar. Después de horas de tramos descendentes pueden sentirse:
Quemados.
Temblorosos.
“Bloqueados”.
Pero esto suele deberse al desgaste excéntrico típico del terreno. Con ajustes, suele ser totalmente manejable:
Acorta la zancada para reducir impacto.
Baja usando más apoyo de bastones.
Modifica la técnica: inclina ligeramente el torso hacia adelante, pisa más suave.
Si a pesar del dolor, tu forma de correr se mantiene estable, probablemente puedas continuar sin comprometer tu salud.
Añadidos útiles:
Un breve automasaje en avituallamientos.
Tomar electrolitos si hay rigidez por desequilibrio de sales.
🟢 2. Ampollas y rozaduras que pueden tratarse
Las ampollas pueden convertirse en un martirio, pero pocas justifican un abandono si se atienden bien.
En avituallamiento:
Abre la zona si hay líquido tenso.
Seca y limpia cuidadosamente.
Aplica un protector tipo compeed o venda adecuada.
Ajusta los cordones para evitar roces.
Cinco minutos bien invertidos pueden cambiar completamente tu percepción del dolor.
Añadidos:
Cambiar calcetines si están húmedos.
Aplicar un poco de vaselina o crema antifricción en ingles y axilas.
🟢 3. Crisis energéticas o bajón por nutrición insuficiente
La clásica “pájara” es una de las sensaciones más duras en carrera, pero también una de las más reversibles.
Si te notas sin fuerzas, con algo de mareo o vacío interno:
Para unos minutos.
Ingresa carbohidratos rápidos (gel, bebida isotónica, fruta).
Bebe agua.
Baja pulsaciones.
En 10–15 minutos puedes renacer completamente. Muchas veces el abandono parece inevitable justo antes de que el cuerpo absorba lo que necesita.
Señales añadidas de pájara reversible:
Pensamientos negativos repentinos sin causa clara.
Sensación de piernas “vacías” pero sin dolor específico.
Bajada de rendimiento rápida pero sin síntomas graves.
🟢 4. Dolencias menores acumuladas por horas de esfuerzo
A veces aparecen molestias que no son graves:
Sensación de sobrecarga en lumbares.
Ligero dolor en la planta del pie.
Rigidez en los gemelos.
Ajustando el ritmo, hidratando mejor, comiendo algo salado o estirando ligeramente, muchas de estas sensaciones disminuyen o desaparecen.
🟨 LA PREGUNTA QUE DECIDE TODO: ¿MEJORARÁ O EMPEORARÁ?
Cuando no tengas claro qué hacer, pregúntate:
¿Esto que siento puede mejorar con un descanso breve y una buena intervención?
¿O es algo que solo tiene un camino: empeorar?
Si puede mejorar → tómate un momento, actúa, recupera y decide.
Si solo puede empeorar → retírate con cabeza y vive para otra línea de salida.
🧠 EL FACTOR MENTAL: NO DECIDAS EN TU PEOR MOMENTO
Muchos abandonos innecesarios ocurren cuando el corredor decide justo en medio del dolor o del agotamiento extremo. Intenta no tomar una decisión final cuando estás:
En medio de un tramo muy técnico.
Subiendo un puerto interminable.
En pleno bajón emocional.
Con hambre o sed.
Después de una caída que solo te dejó el susto.
Decide desde la calma, no desde la tormenta.
Lo ideal:
Llegar a un avituallamiento.
Sentarte.
Comer, beber, abrigarte.
Esperar unos minutos.
Evaluar con claridad.
Las ultras son un vaivén: hoy estás hundido y mañana renaces. Y eso es parte del encanto.
🏁 Conclusión: Parar o Seguir También Forma Parte del Arte de la Ultra
Terminar una ultramaratón no consiste solo en llegar a meta, sino en cómo llegas.
Parar cuando toca es un acto de respeto hacia tu cuerpo.
Continuar con inteligencia es un signo de madurez deportiva.
Y saber distinguir entre ambas cosas… es lo que convierte una carrera en una experiencia transformadora.




